domingo, 9 de marzo de 2014

Conciencia verdadera

Conciencia Verdadera

Este tipo de conciencia está de acuerdo y en sintonía con la verdad objetiva. Entiéndase aquí verdad objetiva con las normas convencionales objetivadas en función del sentido común de la mayoría. Es decir, la conciencia verdadera, está en sintonía con el sentido común asumido por el colectivo social, o las normas morales convencionales. Una verdad objetiva será aquella que convencionalmente es asumida y aceptada por todos. 

Ejemplo: Una pobre mujer hurtó algo en un negocio y se retiró. Nadie la vio. Pero desde aquel momento una sensación desagradable le quitó la serenidad. No tuvo otro remedio que volver al negocio y colocar el objeto hurtado en su lugar. Luego volvió a su casa aliviada. 

Cada hombre tiene conocimiento de su voz interior que ora le reprocha agobiándolo, ora lo alienta y lo alegra. Este fino sentido moral innato se llama conciencia. La misma es una especie de instinto espiritual que distingue con más prontitud y nitidez que la mente entre el bien y el mal. El que sigue la voz de la conciencia no se arrepentirá de sus actos
Un ejemplo donde se pone en práctica ambos tipos de conciencia: conciencia psicológica y conciencia moral.

Mario tiene quince años, y vive lo que se considera la vida normal de un chico de esa edad, sin particulares problemas. Está contento con su familia, aunque piensa que sus padres limitan bastante sus movimientos y establecen demasiadas reglas. Piensa que ese modo de proceder no es justo, porque sus padres le consideran menor de lo que es, y porque sus amigos tienen más libertad que él. Además, nunca ha dado ningún problema serio en su casa, y cuando pide explicaciones le despachan con alguna frase hecha, muy poco convincente. De todas maneras, aunque se queje, tampoco puede decirse que dramatice esa situación.

Un día estaba en casa de un amigo, y resultó que éste pasaba por un momento de desánimo. Empezaron a hablar de sus problemas, y Mario no se dio cuenta de que se hacía muy tarde ni, hasta pasadas las 11.OO, de que en aquella familia cada uno cenaba por su cuenta y por eso no se avisaba la hora. Volvió a su casa deprisa. Como era de esperar, fue recibido con una fuerte bronca y amenazas de castigos que se le antojaron desproporcionados.

Durante los días que siguieron Mario no podía apartar de su cabeza lo sucedido esa noche. Estaba convencido de que, dijeran lo que dijeran sus padres, esa vez él tenía razón, y que además no tenían derecho a conocer sus motivos: él no les contaría nunca los problemas de su amigo —se los contaba como amigo, y era cosa de su intimidad—. Se habría saltado unas reglas —la hora de llegada, la hora de cenar— que normalmente tenían un sentido, pero él sabía en conciencia que esta vez tenía razón —era algo mucho más importante que el orden de la casa— y había hecho bien.

 Las normas y las leyes —pensaba— son algo que se dicta para todo el mundo sin tener en cuenta que cada persona y cada situación son distintas, o por lo menos pueden ser distintas. Eran una generalización, una cosa impersonal, y, por ser algo impersonal, una imposición. Si a él le dejaran libertad para volver a la hora que en conciencia pensara que debía, seguramente se portaría igual de bien que lo venía haciendo, pero lo haría bien por él mismo, no porque se lo impusieran: sería responsable porque lo haría en conciencia, en vez de actuar sólo porque le obligan, sin mérito por no salir de él mismo.

Una y otra vez seguía dándole vueltas a las mismas cosas. Las normas y las leyes —se decía— tendrían su razón de ser para organizarse, como por ejemplo si se quiere jugar al baloncesto hay que seguir un reglamento. Pero no podía decirse que valieran siempre y para todos los casos posibles: era imposible prever todo lo que podría pasar. A primera vista, parece que los coches deben respetar los semáforos siempre, pero ¿qué pasa si uno se estropea? ¿Va a quedarse un conductor horas delante de un semáforo en rojo que no cambia porque está estropeado? Y, claro, en el código de la circulación no hay nada sobre semáforos estropeados. Y eso pasa con todo.


Hasta con el “no matarás”: por supuesto que no puedes matar a alguien para robarle o porque sí, pero luego resulta que si te invaden te tienes que defender a tiros y puedes matar; al revés, resulta que si estás en ésas cuantos más mates, mejor. Incluso hasta la Iglesia acepta que pueda haber pena de muerte. Total, que las leyes están bien, pero ninguna es perfecta y todas, absolutamente todas, tienen sus excepciones. 

Por eso, por encima de la ley tiene que estar la conciencia de cada uno, que ve si en cada caso —en su caso— la norma se debe cumplir o se debe incumplir. Y eso sólo lo puede ver la conciencia de uno, porque sólo uno mismo conoce de verdad lo que le pasa a uno. Además, es la conciencia de cada cual la que le deja tranquilo o intranquilo, y por eso lo que decide qué está bien y qué está mal para cada uno. En cambio, lo que te mandan o te prohiben viene de fuera: como mucho, te asusta, pero no parece que hacer las cosas por miedo le haga a uno bueno. Hasta aquí, los razonamientos que se hacía

Conciencia psicológica y moral.

ü  ¿Qué semejanzas y diferencias hay entre la conciencia psicológica y la conciencia moral?

La conciencia moral no es diferente a la psicológica, por el contrario, es la misma pero ella establece una valoración o categorización de la conducta humana en relación a su “bondad o maldad”.

DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE AMBAS

De los conceptos arriba esbozados podemos extraer las DIFERENCIAS, y esas básicamente son: la conciencia psicológica es en esencia un conocimiento, pues se forma en base a las enseñanzas recibidas; la conciencia moral es un juicio de valor, al cual podemos llegar en base al conocimiento que tenemos, conocimiento que nos permite distinguir lo bueno de lo malo. Siendo así, la conciencia psicológica simplemente “observa”, y la conciencia moral por su capacidad de juzgar “obliga”; mientras la conciencia psicológica se interesa por la verdad, la conciencia moral procura el bien. La conciencia psicológica responde a la pregunta ¿qué soy? Y la conciencia moral se plantea ¿qué es lo debido?

SEMEJANZAS: básicamente, son tres: Ambas estudian el comportamiento del ser humano; tienen como fuente los aspectos del ser; y ambas tienen por objeto fundamental el bien y la verdad.

A continuación, se presenta un vídeo elaborado por estudiantes de la Universidad Centroamericana , UCA. Managua, Nicaragua.


  ¿A qué se refiere la conciencia psicológica y la conciencia moral?


La Conciencia Psicológica: es el conocimiento íntimo que tiene el propio ser humano de sí mismo y de la realidad que lo circunda y lo limita. Esta conciencia tiene como centro el YO, que se diferencia del TÚ (o el otro) y del Súper YO (que viene a ser una categoría moral). Los psicólogos señalan que el Yo es el centro de las actividades psicoespirituales, tanto como centro de unidad, de la actividad personal, de la intimidad pura y de la autocertidumbre. 

Esta dimensión psicológica de la conciencia no es todavía la conciencia moral, aunque constituye un presupuesto básico, ya que sólo podremos dar la dimensión moral de la conciencia si previamente somos conscientes de nuestros actos.

Mediante la conciencia psicológica no sólo nos damos cuenta de lo que pasa dentro de nosotros en un momento dado, sino que también nos damos cuenta de nuestra propia experiencia. La conciencia psicológica nos permite captar los fenómenos psicológicos como nuestros; a la vez, dichos fenómenos psicológicos constituyen una unidad que forma el yo de cada uno de nosotros.

La conciencia moral o conciencia del bien: es la capacidad para realizar juicios en función de un discernimiento entre lo bueno y lo malo. La conciencia no sólo está al tanto de la acción ejecutada en tiempo y espacio, sino que también detecta pensamientos y actitudes, así como las razones o motivos que llevan al individuo a actuar de tal o cual manera.

La conciencia moral desempeña la función de advertir y estimar las valoraciones implicadas en nuestros actos proyectos y decisiones.
La conciencia moral es el conocimiento moral que acompaña nuestra vida moral y nuestras actuaciones, porque al actuar bien o mal sabemos lo que hacemos y si eso que hacemos merece o no aprobación.

Características de la Conciencia Moral:
  • Está dirigida al conocimiento del valor (y del valor supremo que es la verdad).
  • Goza de plena libertad (porque no se puede hablar de una conciencia moral si es que hay coacciones o limitaciones).
  • Tiene que formarse (tiene que desarrollar su sensibilidad, afinar sus criterios y entrenar con firmeza).
  • Aunque tiene una constitución inicial y se desarrolla es influenciable por los ejemplos, por las costumbres, por los actuares

LA CONCIENCIA

¿Qué es la conciencia?

El término Conciencia deriva del latín Conscientia, que etimológicamente significa saber con, conocimiento de, noción, idea, etc.

En una primera definición significa: El conocimiento intelectual de nuestros propios actos. El efecto de nuestras nociones (de nuestro intelecto) sobre lo interno o lo externo de la realidad. Es una reflexión del intelecto sobre hechos y realidades.


Según el Diccionario de la lengua española Espasa Calpe, La conciencia es la propiedad del ser humano de reconocer sus atributos esenciales y las modificaciones que experimenta en sí mismo; el conocimiento interior del bien y el mal, es decir, el conocimiento exacto y reflexivo de las cosas.


Comúnmente se define la conciencia como esa voz interior que ayuda a la persona a darse cuenta del modo en que vive, es decir, aquella voz que nos dice “quién soy, qué quiero, qué pienso”; es la capacidad moral que cada persona tiene de diferenciar entre lo bueno y lo malo; es lo que se denomina conciencia psicológica.